lunes, 9 de enero de 2012

No somos tontos...



Disputada la decimoctava jornada de La Liga, la noticia con la que ayer se cerró el día y con la que hoy hemos amanecido, ha sido el penalti no señalado a favor del Barcelona en el tiempo de descuento en su partido disputado contra el Español. También fue noticia, lamentable que tenga que serlo, que ningún miembro de la expedición del Barcelona se quejase o protestase por la actuación del árbitro.

El hecho de saber reconocer los errores y de hacer autoanálisis cuando haces un mal partido, debido en este caso a un excelente juego del rival, me parece admirable y necesario; sí, es extraño que parezca admirable cuando debería de ser algo cotidiano, pero es así.

Una vez entonado el "mea culpa" se deben analizar el resto de circunstancias. En este caso la principal de todas fue el árbitro, que se equivocó en dos acciones puntuales en los minutos finales y que pudieron decantar el partido para el Barcelona: la más clara fue un fuera de juego inexistente señalado a Messi cuando se quedaba solo ante el portero; la segunda fue una mano, más difícil de ver en mi opinión, de Raúl Rodríguez que evitó el gol de Pedrito en el tiempo de descuento. No creo que el Barcelona perdiese por culpa del árbitro, me parece absurdo pensar así, pero dado el resultado se presta más atención a este tipo de errores.

Cuatro empates (Anoeta, San Mamés, Mestalla y Cornellá-El Prat), una derrota en Getafe, y algunos resultados cortos acompañados por mal juego confirman que el Barcelona no consigue imponer su dominio fuera de casa. Ganó en el Bernabéu, pero esa es una plaza relativamente fácil para unos jugadores tan buenos estando hipermotivados. Cinco tropiezos lejos del Camp Nou quieren decir que algo no se está haciendo bien, algo falla, no se sabe porqué, pero el equipo no funciona como visitante. Ahora bien, si analizamos detenidamente esos partidos vemos que en tres de cinco ha habido polémica. En Mestalla hubo dos penaltis claros no señalados a Messi; en Getafe un penalti clamoroso no pitado a Busquets y un gol anulado en el último segundo por fuera de juego inexistente; y en Cornellá-El Prat dos fueras de juego señalados, que no eran tales por una distancia considerable, y un penalti no señalado en un balón que se colaba.

Según Relaño "Ovrebo saltó todos los límites del villarato".
Curioso dejar con 10 injustamente al equipo que "tiene" que
pasar la eliminatoria. Vídeo al final del post.
Realizada esta pequeña reflexión, nos preguntamos en qué lugar quedan el inventor y los portadores de ese sucio negocio llamado villarato. Su creador (que durante un tiempo fue un periodista referencia pero que un día decidió vender su prestigio, su moral y su dignidad periodística), lejos de esconderse y tirar balones fuera, se envalentona y asegura que "ya casi se ha alcanzado la normalidad". No hace mucho afirmó que "ya no ve lo que veía. Ya no ve que el Barça salga mejor tratado por los arbitrajes españoles que el Madrid, como veía antes. Ahora ve equidad". Para este señor, dotado de una exquisita y refinada dialéctica, equidad e igualdad futbolística significa que al Barcelona le perjudiquen los árbitros y al Madrid le beneficien, o al menos eso da a entender en sus artículos. Pero sin duda el punto más triste de toda esta polémica, es que se entiende perfectamente a los árbitros. Nadie en su sano juicio quiere ser perseguido durante años por la mediática y ruidosa prensa madridista. A Ovrebo, ese árbitro que expulsó a Abidal en el minuto 70 por una falta que no cometió, todavía se le recuerda periódicamente en los medios madridistas; a Sterk, el árbitro que expulsó a Pepe la temporada pasada por cometer una de sus salvajadas, le dedicaron un artículo en la web del Madrid y en algún medio más porque varios meses después no castigó con tarjeta una entrada con los tacos. El villarato y derivados no son más que medidas chantajistas de presión a los árbitros, para que favorezcan al Madrid y perjudiquen al Barcelona.

                                       

Autocríticos sí, tontos no.