Tranquilo Mourinho, no es personal...
"Piqué tiró a Cristiano y éste en su caída hizo tropezar involuntariamente a Mascherano. Conclusión, falta de Cristiano y un gol al limbo. Otra vez suerte para uno y mala suerte para el otro. Pepe expulsado en el Bernabéu, dos goles de Messi once contra diez. Anoche, gol escamoteado que saca al Barça del apuro ante la perspectiva de un segundo tiempo que, se presumía, se le iba a hacer largo. Dos hombres, Stark y De Bleeckere, actuaron en ambos casos como se pide: en la duda... A un lado el Barça de la cantera, salvador en su día de Villar. Al otro, ese equipo de fichajes carísimos que critica Platini.
Claro que el Barça es bueno, buenísimo. Un buen finalista. Pero no me gusta la manera en que ha sacado al Madrid de carrera. No han competido de igual a igual. Guardiola expresó su preocupación por la designación de un árbitro portugués en la ida y lo trasladaron discretamente al de vuelta de la otra semifinal. Mourinho abominó de cinco árbitros tras lo del Bernabéu y uno de ellos es el que se lleva para su casa el gol de Higuaín, que colocará sobre algún mueble, en el mueble del salón, bien visible. A Mourinho, la UEFA podrá decirle que no es nada personal, sólo negocio. Y pareció un accidente.
Y sí, el Barça es bueno, pero este tipo de alfombras que le tienden crea un confort a su juego que ayuda a su perfección. Igual que lo contrario crea inseguridad, irritabilidad, desasosiego. Me pregunto cuándo terminará esto, me pregunto si las bazas que manejó el Madrid le hubieran servido con dos arbitrajes decentes. ¿Qué puede hacer Florentino? Al menos le queda el consuelo de que esta vez lo ha visto todo el planeta. En todas partes se ha visto aquella expulsión, este gol anulado, los dolores atroces de jugadores del Barça felizmente rehechos al instante. Buen juego, sí, estupendo, pero además..."
Es muy curioso como Relaño se pone del lado de Mourinho intentándole hacer ver su sesgada toría cuando hace algún año su opinión sobre el portugués era algo así como:
Mourinho: referente de antideportividad
He aquí un hombre con méritos: Mourinho. De intérprete del bueno de Robson a entrenador de éxito él mismo. Con el Oporto hizo un par de campañas arrolladoras que incluyeron dos ligas de su país, la Copa de la UEFA y la Champions. Niño prodigio de los banquillos, Abramovich lo enroló para el Chelsea, en sustitución del declinante Ranieri. Tiene al equipo líder muy destacado en la Premier y se ha convertido en el coco de la Champions. El Barça ha tenido verdadera mala suerte en el sorteo. Si hay un solo equipo en Europa ante el que no pueda sentirse tranquilo ese justamente es el Chelsea. El equipo que dirige Mourinho.
Pero la eficacia de su trabajo se desluce por su indisimulada antideportividad. Es vanidoso y provocador. Hizo del Oporto una máquina eficaz, pero al mismo tiempo un equipo cargado de mañas y suciedades, decididamente desagradable como espectáculo. Ahora en Inglaterra ha alborotado el trato entre sus iguales, que generalmente se había mantenido en términos de cortesía. Ha tenido refriegas con Ferguson y con Wenger, ha tocado, contra toda norma, a Andy Cole, ha resuelto de la manera más odiosa posible la situación que le planteaba tener un jugador cocainómano en su equipo y ahora lanza un grosero desprecio al Barça.
Es una lástima que Mourinho sea así. Su corta trayectoria le avala como un entrenador bueno, que se gana el respeto con el trabajo en sus equipos. Pero lo pierde con esas bravatas y desplantes que emponzoñan el ambiente y que delatan una personalidad frágil e insegura, una especie de resentimiento sin causa conocida que ni el éxito consiguiera borrar. Sus borderíos son más lamentables todavía en el fútbol inglés, porque en aquel país se mantiene, por encima de hoolligans y de gamberradas de sus jugadores, un culto a los viejos valores del deporte que allí mismo inventaron. Frente a aquel viejo estilo, Mourinho es un perfecto extraño.
Como apuntaba Uría en su magnífica réplica, la hemeroteca traiciona, ¡vaya si traiciona! Pero traiciona sólo al mentiroso, al manipulador, al que como en el caso de Don Alfredo, cuenta únicamente medias verdades vistas siempre desde unos mismos colores. La hemeroteca no traiciona a Segurola, ni a Paco González, ni a un ínfimo grupo de peridistas cuya única intención es tratar de buscar la Verdad. La hemeroteca nos traiciona a casi todos, cierto, pero da mucha más rabia cuando la víctima es un periodistas que para muchos y durante mucho tiempo fue referencia. Hace algunos años la pluma de un maestro se convirtió en tendenciosa y hoy ya es demasiado tarde para recular. La bola es enorme y muchos lo hemos dejado ya por imposible. La pregunta que ahora mismo está en mi mente es: ¿por qué Relaño? ¿Por qué?