A mediados de los años 90 Alfredo Relaño, el impostor del villarato y por aquel entonces director de Canal+, decidió realizar una arriesgada apuesta convirtiendo a Canal+ en la primera empresa en Europa que adquiría los derechos de la NBA. Para ello se crearía un programa con partidos en directo a partir de la una o dos de la mañana. A finales de los 80 y principios de los 90, un excéntrico locutor de fútbol y baloncesto, empezaba a darse a conocer gracias a sus divertidas narraciones de partidos en los que participaban equipos madrileños. Relaño se hizo eco del rumor y tras oírle narrar, supo al instante que era su hombre elegido para dirigir su programa de NBA, necesitaba a alguien capaz de percibir y sentir ese espectáculo llamado NBA y al mismo tiempo capaz de transmitirle esas sensaciones al espectador. Ese locutor no era otro que Montes, el Negro Montes, un atlético confeso equiparable perfectamente con su equipo favorito, capaz de lo mejor y de lo peor, burlón y burlesco en numerosas ocasiones, acompañado siempre por un innato afán de protagonismo y siempre capaz de contagiar un optimismo exacerbado que muchas veces no reflejaba con la realidad. Cada vez que un gol, una parada, una victoria, una derrota o una petición unánime de dimisión agitaba los alrededores del Manzanares, Andrés Montes entonaba aquello de "algo se mueve al sur de la ciudad".
Hacía muchos años ya desde la última vez que los atléticos quitaron las telarañas de Neptuno. Atrás quedaron los Antic, Caminero, Pantic, Kiko, Simeone y compañía. Y atrás quedaron también las comparaciones con el Barcelona y el sueño de convertirse en el segundo club del país. Una afición acostumbrada a degustar el dulce sabor de la victoria estaba empezando a conformarse con quedar entre los cuatro primeros sin mayores aspiraciones, pero todo eso cambió el año pasado. La llegada de Quique provocó un cambio radical en la dinámica en la que estaba inmerso el club, y con la ayuda del fenomenal Aguero y del insaciable Uruguayo, el Atlético de Madrid volvió por sus fueros y consiguió el primer gran título europeo de su historia. Neptuno sonreía de nuevo, pero mirando con cautela hacia Barcelona, ya que poco después tocaba librar batalla contra el Sevilla en la final de la Copa del Rey. La rivalidad entre estos dos equipos es reciente pero se acrecenta con el paso de los años. Los sevillistas les recuerdan a los colchoneros su sequía de los últimos años, mientras estos les recuerdan a los de Nervión su escaso palmarés. La final de la Copa llegó y el Atlético llegaba en un momento dulce y liberado de todo tipo de presiones tras la conquista de la Europa League, descansado gracias a la Liga y especialmente motivado debido al rival y debido a la gran presencia de aficionados atléticos en las gradas. Con todos estos argumentos, casi cualquier equipo del mundo se hubiese impuesto, el Atleti no lo hizo; para bien o para mal el Atleti es diferente al resto.
Quique Sánchez Flores es un entrenador contrastado de la escuela moderna, allí por donde ha pasado, Getafe, Valencia y Lisboa, ha dejado huella. Con un juego no muy vistoso, ha sabido conquistar el corazón de muchos aficionados a base de trabajo, trabajo y trabajo. El año pasado, en un partido contra el Villarreal, se produjo en circunstancias extrañas una sustitución, al poco de comenzar el partido se retiraba del campo Domínguez, el canterano revelación de la temporada pasada, sin aparentes signos de lesión. Al parecer Quique, tras los numerosos errores defensivos en los corners en contra, avisó de que el próximo que fallara en un marcaje sería sustituído. La jugada acabó en gol de Godín, al cual marcaba Domínguez. El canterano no volvió a fallar en toda la temporada, el Atlético tampoco.
Este año el Atleti ha empezado de manera inmejorable la Liga, dos victorias y dejando buenas sensaciones. La prensa pronto se ha echo eco y ya se ha empezado a comparar a este equipo con el del doblete. Aún es pronto, recuerdo hace dos años, con Ujfalusi y Heitinga recién llegados, que el Atleti dejó inmejorables sensaciones en su inició de Liga. Luego la cosa se torció y Aguirre acabó destituído. En cualquier caso este año se ha empezado bien, se ha actuado con una coherencia poco habitual en la rivera del Manzanares. Se ha mantenido el bloque, se ha fichado poco y bien, se han repescado a grandes jugadores como Mario Suárez y Diego Costa, este último magnífico, y lo más importante, se la ha dado una total confianza al entrenador, tanto por parte de la directiva como por parte de la afición. La batalla está servida, este domingo toca la primera prueba de fuego, el Barcelona llega al Calderón. Estoy seguro que el termómetro marcará la temperatura correcta en el estadio, pero veremos cómo se ve el vaso rojiblanco el lunes por la mañana.