En el supuesto de que un señor originario de un país pobre, consideremos por ejemplo de Etiopía, le propusiese a Del Nido o a Gil Marín vender sus respectivas casas y poner el dinero obtenido por las tres en una bolsa, y posteriormente repartirlo de manera más justa, quiero entender que ambos presidentes accederían lógicamente. A nadie le gusta vivir en un mundo de mierda, ni en un mundo que es una porquería, ni en un mundo que está corrompido.
El señor etíope podría alegar que él no tiene la culpa de haber nacido en un país con menos recursos, y dado que todos pertenecemos al mismo mundo, esa situación se debe de regularizar para así tener un mundo más justo y con menos diferencias entre los pobres y los ricos.
La conclusión a la que quiero llegar es que resulta gracioso que un personaje como Miguel Ángel Gil Marín, imputado por robar dinero público, y otro personaje como José María del Nido, defensor de un ladrón condenado por robar dinero público, traten de dar lecciones morales, utilizando doctrinas comunistas, que distan mucho de su conducta moral exhibida públicamente durante los últimos años.