
Este debate no tuvo lugar el primer año porque Guardiola entendió desde el principio que Cesc es un delantero y le trató como tal. Si juega de interior el equipo se parte, se pierde el centro del campo, y la defensa sufre demasiado. En la mayoría de las jugadas de ataque acaba quedando entre el balón y la portería rival, al igual que Messi, los extremos, y, en ocasiones, los laterales. Este hecho limita sobremanera el juego de los otros dos centrocampistas y les deja en desventaja ante equipos rápidos que dominen el contragolpe.
Cesc desarrolló su etapa juvenil, la más importante en la formación de un futbolista, en Inglaterra y olvidó por completo los conceptos aprendidos en el Barça. Cuando recibe tiene en mente la portería rival en lugar de la asociación y el avance progresivo. En La Premier adquirió un perfil Higuaín a costa de dejar de lado el perfil Xavi, y en tres años ha dejado claro que no va a poner nada de su parte para revertirlo.