lunes, 1 de noviembre de 2010

El Barça finaliza la pretemporada

Se presentaba el Sevilla en Barcelona con la esperanza de conseguir algún punto. Para ello Manzano presentó su once de gala con Luis Fabiano, recuperado ánimicamente, y el eterno Kanouté. Si algo me gusta de este aún titubeante Sevilla son Manzano y Kanouté. El técnico, psicólogo de profesión, convierte en oro, o como poco en plata, todo lo que toca; el lunar que tiene en su carrera es el Atlético de Madrid, el único club grande en el que ha estado y del que no consiguió salir victorioso. En cualquier caso hace poco escuché en la radio la alineación de aquel maltrecho Atlético y lo único destacable era Torres. Manzano además es el único entrenador de la Liga que no ha jugado nunca al fútbol, a pesar de ello cuenta con el cariño y el respeto de todos los equipos por los qe ha pasado. Por otro lado está Kanouté, uno de mis delanteros favoritos por el que los años están dejando su paso, el malí es uno de los jugadores con los que a todos nos gustaría jugar, siempre se asocia de maravilla, remata espectacularmente con los pies y con la cabeza y busca las soluciones más sencillas para los problemas más complejos; extradeportivamente es un ejemplo a seguir en todos los sentidos, una excepción en el Pizjuán.

El partido comenzó con un Barcelona enchufadísimo, está recuperando el ritmo, y consecuentemente su mejor nivel. Este aspecto se notó especialmente en Pedrito, un jugador muy dependiente de su físico que ayer demostró estar a la altura de sus grandes partidos. De hecho el primer gol nació de sus botas, y tras un espectacular regate a Konko, puso el centro que derivó en el primer gol del mejor jugador de la historia, Messi. A partir de ahí el partido fue un monólogo blaugrana y mediada la primera mitad, Messi tras realizar un espectacular cambio de ritmo entre dos rivales, asistió a Villa para que éste con su habitual finura firmase el gol más bonito del partido. Un poco antes de llegar al descanso, Pedrito le hizo a Konko el segundo traje de la noche y éste, impotente, no pudo evitar ver su segunda amarilla. El Sevilla quedaba con diez y aún quedaban más de 45 minutos por jugar. Se avecinaba una fuerte tormenta en Nervión. La segunda parte no tuvo mucha más historia y Alves, demostrando toda la astucia que aprendió en Sevilla, se aprovechó de una mala cesión del carnicero Romaric, para poner el tercero en el marcador. Poco después Messi, volviendo a demostrar lo que es, puso el cuarto con un zurdazo impecable que Villa imitó pocos minutos después con idéntico resulatdo, 5-0 en el marcador y todos contentos para casa. El Guaje además aprovechó la noche de ayer para cerrar la bocaza del tonto de siempre, pero con la habitual elegancia que impuso Rijkaard en el Camp Nou, Villa se limitó a responder en el campo.

A pesar de que el partido no dio mucho de sí en lo que a emoción se refiere, un personaje llamado Romaric intentó ser el auténtico protagonista del partido. La semana pasada escuché que Manzano le había devuelto la confianza y que se estaba volviendo a ganar, no se si alguna vez lo tuvo, el cariño del Sánchez Pizjuán. Si alguien esperaba algo bueno de Romaric, nada más lejos de la realidad, este carnicero se dedicó durante todo el partido a hacer daño a los jugadores rivales. Hubo una jugada en el primer tiempo en la que Xavi quedó tendido tras una entrada del carnicero, en un primer momento no pareció gran cosa, pero en la repetición se vio perfectamente como le pega dos pisotones en su maltrecho tendón de Aquiles. La jugada me hizo saltar del sofá y el carnicero Romaric escapó sin tarjeta. Sencillamente lamentable. Hace poco defendí la integridad de Ujfalusi a pesar de haber lesionado a Messi. El checo no entra a matar, Romaric el carnicero sí. ¿Qué pretendía? ¿Quería dejar a Xavi sin jugar toda la temporada? No me puedo imaginar a Gregorio Manzano dando órdenes a Romaric de lesionar a Xaxi, la verdad es que no entiendo como puedes salir a jugar de esa manera, pero a fin de cuentas en el fútbol, como en el mundo, tiene que haber de todo.

El Barça volvió por sus fueros y continúa a la sombra del Madrid, un Madrid que cada vez se parece más al de Pellegrini. Pep y los suyos tienen que seguir trabajando por el mismo camino que siempre lo han hecho, si lo llevan a cabo los éxitos llegarán por sí solos.