lunes, 18 de abril de 2011

El vasallaje del Bernabéu

Si hablamos de fútbol, lo que se dice fútbol, la verdad es que hubo más bien poco. El Madrid salió al campo como muchos preveíamos. Después del fracaso del partido de ida, era previsible que Mourinho ordenase a su equipo montar un autobús como el que ya montara en su día en las pasadas semis de Champions. También repitió la lamentable estrategia de dejar crecer la hierba más de lo normal y no regarla, para así frenar la circulación del juego blaugrana. En 2006, cuando Mourinho entrenaba al Chelsea, ya hizo jugar al Barça en un campo de patatas que mandó replantar al día o a los dos días siguientes de la disputa del partido. Tanto es el pánico que le tiene Mourinho al Barcelona, que con su "estrategia" consiguió auto-anular las contras de su propio equipo. Fue común encontrarse a Cristiano, a di María, a Ozil o a Adebayor tropezarse o dejarse el balón atrás una y otra vez debido al vergonzoso estado del césped.

El Barça por su parte estuvo en su línea, tratando de llevar la iniciativa pero sin conseguir alcanzar la fluidez de juego que acostumbra. Esa carencia era especialmente visible en el medio campo defendido por los once jugadores blancos. Ante la falta de combinación en la zona de tres cuartos, los medios culés optaron por bombear balones a los puntas, buscando la espalda de los centrales del Madrid. Un arma que, de no ser por el mal estado físico-anímico de Pedro y de Villa, debería de haber sido necesaria para noquear al rival. A Piqué por ejemplo se le dejaba sacar el balón, pero una vez en el medio se veía encerrado en una jaula de la que no podía salir. Sólo Messi en contadas ocasiones daba sensación de peligro. Además de la falta de asociación entre el medio y la delantera, el Barcelona sumó demasiadas pérdidas de balón en zonas relativamente peligrosas que no se puede volver a permitir si quiere seguir aspirando a ganarlo todo. Como nota positiva destacó Adriano, que actuó de apafuegos en numerosas ocasiones, además de salvar un gol sobre la línea. Dulce momento de forma el que vive el brasileño. A pesar de todo lo comentado, de los errores y de la falta de fluidez de juego, los blaugrana dominaron absolutamente la posesión y el ritmo del partido durante muchos minutos, concretamente hasta la lesión de Puyol. Tras ese lance Busquets pasó a ser central y Keita al mediocentro, lo cual supuso una partición irreversible del equipo que no supo sobreponerse al doble cambio de líneas. Tras sacar el Barça a Keita, el Madrid sacó a Ozil, el Bernabéu sacó su rabia y el árbitro metió la pata. Tras la sucesión de estos condicionantes el Madrid sacó un intrascendente empate que le dejó un dulce sabor a victoria.

Como nota curiosa del partido destacó una desafortunada acción de Messi, en la que, ante la impotencia de no poder salvar un balón que se marchaba por banda, lanzó un pelotazo contra la grada. Pepe, el jugador más desequilibrado de la Liga, le preguntó a Messi que si estaba loco. Curiosamente el portugués, que fue el mejor del Madrid, tenía razón. Messi se equivocó. Otra de las notas curiosas es que cada vez es más evidente el vasallaje al que se ha sometido el Bernabéu vista la superioridad del Barça en los últimos años. Mourinho y su atobús, con Pepe de gran estandarte, fue jaleado en todo momento por su público. ¿Qué pensaría Santiago Bernabéu si bajase para ver como el Madrid, con el presupuesto más alto del mundo, se encierra atrás en su casa para arañarle un punto a un Barcelona prácticamente campeón? Parece ser que lejos queda ya ese gusto por el buen fútbol del que siempre ha presumido su afición. La tortilla dio la vuelta hace veinte años y no tiene pinta de querer volver a cambiar.